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Carolina Marrugo

Los retos de la lectura y la escritura en la era de la Inteligencia Artificial

Por: Carolina Marrugo O. 

Docente de Ciencias Sociales y Filosofía 

Aspaen Gimnasio Cartagena de Indias  

Flashback: la tecnología y lo humano  

En enero de 2024, la escritora Rie Kudan ganó el Premio Akutagawa, uno de los más prestigiosos en Tokio con su libro Tokyo Sympathy Tower. Lo que resultó curioso y a la vez sorprendente fue la confesión de la autora sobre el proceso de escritura de la obra. Kudán, de 33 años confesó durante la ceremonia de premiación que “alrededor del 5% del libro estaba compuesto por frases generadas por la IA1” y señaló que no descartaba la posibilidad de seguir incluyendo esta herramienta en su proceso de creación literaria.2 Este hecho revivió el reciente debate entre la producción escrita [visual] y la tecnología en el proceso creativo, en particular la referida a ChatGPT, 3un popular modelo de lenguaje capaz de comunicarse con personas y generar textos complejos y cuya función lo ha convertido en un hito muy relevante en el sector informático, pero también ha provocado preocupación por sus posibles aplicaciones.4  

La Inteligencia Artificial surgió a mediados del siglo XX, cuando el matemático Alan Turing se hizo una pregunta revolucionaria: ¿pueden las máquinas pensar? Pero este hecho no fue el origen de los dilemas que han acompañado el surgimiento de los avances técnicos y tecnológicos. Ya desde finales del siglo XVIII con la Revolución Industrial en Inglaterra, la máquina se había posicionado como el “antagonista” natural del hombre en el contexto del desarrollo capitalista.  

Por otro lado, en un contexto más reciente, ha sido la producción cultural quien ha interrogado la relación entre la tecnología y lo humano. La cinematografía, las artes plásticas y la literatura también colocaron su cuota crítica sobre el rol de la tecnología en la sociedad moderna y contemporánea. Por ejemplo, en la película “Tiempos Modernos” (1936) el actor británico Charles Chaplin, símbolo del humorismo y del cine mudo, advirtió las contradicciones en la relación hombre-máquina en el contexto del capitalismo moderno. Más adelante, la tecnología y lo humano se ubicarían en producciones literarias como Yo, robot (1950) de Isaac Asimov, en los escenarios del cine futurista o de ciencia ficción como Terminator (1984) del famoso director James Cameron y recientemente en las artes plásticas y visuales con la estremecedora obra “Can´t help myself” de Sun Yuan y Peng Yu. (2016) la primera obra robótica del Museo Guggenheim de Nueva York. 5  

En suma, la IA es una realidad, aunque la percepción que hoy tengamos sobre ella esté llena de temores y polémicas. La tecnología se ha presentado a lo largo de la historia como una posibilidad para pensar el progreso, renovar nuestras prácticas, brindar soluciones y una conciencia que permitan el desarrollo de nuestra sociedad. No obstante, a medida que logremos apropiarnos de dichos saberes con ética y responsabilidad, en esa misma forma lograremos asumir los retos que nos impone la Inteligencia Artificial en cada uno de los ámbitos de nuestra vida.  

II  

Inteligencia Artificial en la escuela 

Uno de los retos que debemos enfrentar los maestros del siglo XXI es el tratamiento, uso y disposición de las tecnologías de información dentro del aula de clases. Esto ha conllevado al detrimento y abandono parcial de metodologías tradicionales de enseñanza para dar paso a otras más novedosas. En este contexto, la lectura y la escritura que son habilidades fundamentales para el aprendizaje enfrentan sus propios retos. Sin embargo, ya conocemos el valor de la práctica. La neurociencia ha demostrado que escribir a mano contribuye a la expansión cerebral y a impulsar la inteligencia6, por lo tanto, dejar de hacerlo coloca en riesgo la capacidad de memorizar. Y para el caso de la lectura cabe notar que fortalece la reserva cognitiva que, si bien no previene trastornos cerebrales como el Alzheimer, sí atenúa sus efectos. Sólo este panorama nos muestra el valor “útil” de estas prácticas, es decir, una plena concordancia con los objetivos de la escuela que es el desarrollo integral de los estudiantes. 

Pero, acaso, ¿ChatGPT puede arrebatarnos esas habilidades? De ninguna manera. Lo preocupante de la tecnología no es per se su presencia dentro de las aulas de clase, sino los malentendidos que pueden provocar sus eventuales usos. ChapGPT y las demás herramientas vinculadas a la inteligencia artificial pueden ser muy útiles si damos el lugar que corresponde dentro del proceso de aprendizaje, como un verificador del conocimiento adquirido y una herramienta que potencie nuevas formas de acercamiento a la lectura y la escritura. No olvidemos que hay algo que estas herramientas de inteligencia artificial no pueden suplir y es aquello propiamente “humano” en ese proceso que es escribir, esa “marca” emotiva que imprimimos al lenguaje y que es singular en cada uno de nosotros, un proceso que es aprendido, desenfadado y fundamentalmente “nuestro”. Esa propiedad que imprimimos a las palabras o al proceso lector es lo que ha permitido la evolución de nuestra especie y de formas más avanzadas de comunicación y de empatía. 

Enfrentamos, entonces, un gran reto: hacer de ChatGPT y de las demás herramientas de Inteligencia Artificial nuestras aliadas para potenciar nuestras habilidades. Aunque algunas escuelas en mundo como en el estado de Nueva York y Hong Kong han prohibido a sus estudiantes el uso de estas herramientas dentro del proceso de aprendizaje, también es cierto que ya los planes de formación de maestros están incorporando tecnología de IA y eso, sin duda, marcará nuevas pautas para convertirla una herramienta oficial dentro de las escuelas, por supuesto bajo los parámetros que siempre deben respaldar los procesos educativos marcados por una ética y una responsabilidad social. 

 

 

Bibliografía 

 

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