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Juliana Díaz

El Dilema del Gentle Parenting: Cuando la Comprensión No Es Suficiente

Es muy probable que, en algún momento y lugar de tu vida, hayas visto a un niño haciendo un berrinche en público. 

 

La manera en la que sus padres manejan esta situación ha cambiado mucho con el tiempo. Hace 30 o 40 años, sus padres recurrían a un castigo físico. Hace 20 o 10 años, se inclinaban más hacia una consecuencia como poner restricciones o no dejarlos salir a jugar, aunque esto siempre varía dependiendo de la familia y cultura. 

 

Hoy en día, es muy probable que encuentres a un padre arrodillado al lado de su hijo, explicándole que entiende su frustración y que, aunque sus sentimientos son válidos, no está bien gritar o llorar en público. 

 

Este controvertido estilo de crianza, conocido como gentle parenting, se centra en reconocer los sentimientos del niño y las motivaciones detrás de sus comportamientos, en lugar de corregir el comportamiento en sí. Los padres que lo practican establecen límites firmes, ofrecen opciones en lugar de órdenes y evitan recompensas, castigos y amenazas. En lugar de decir "¡Ordena tu cuarto!", intentarían descubrir la causa detrás de la conducta: "¿Qué pasa? ¿Por qué no quieres arreglar tu cuarto?". 

 

Aunque este enfoque puede parecer una alternativa empática y moderna, no está libre de críticas. Según el Bay Area CBT Center, poner tanto énfasis en la salud emocional del niño sin equilibrarlo con expectativas de comportamiento claras puede generar problemas. Los niños que crecen sin aprender a manejar sus comportamientos, además de sus emociones, pueden enfrentar dificultades para regularse, lo que podría tener repercusiones negativas en su desarrollo social y académico. 

 

Además, hay una delgada línea entre el gentle parenting y la crianza permisiva, que muchos padres cruzan sin darse cuenta. En la crianza permisiva, hay pocas demandas y mucha tolerancia, evitando los límites y el conflicto. Esto puede llevar a que los niños no desarrollen las habilidades de autorregulación necesarias para enfrentar los desafíos del futuro. Mientras que el gentle parenting busca establecer límites de manera empática, la permisividad crea una falta de estructura que impide que los niños comprendan las consecuencias de sus acciones. 

 

Lo que resulta más preocupante es que muchos niños criados bajo este enfoque no están listos para el mundo real. En la vida adulta, es crucial manejar la frustración, aceptar el fracaso y respetar las normas sociales. Pero cuando la crianza se centra solo en la validación emocional y no en las consecuencias, los niños no desarrollan estas herramientas esenciales. Como resultado, pueden convertirse en adultos que evitan el conflicto, tienen dificultades para recibir críticas o cumplir con las expectativas de sus entornos. 

 

En última instancia, la crianza no se trata solo de hacer que los niños se sientan comprendidos, sino de prepararlos para un mundo que no siempre será tan compasivo con ellos. El gentle parenting puede ser un primer paso valioso, pero si no está acompañado de disciplina y límites claros, corremos el riesgo de criar una generación que sabe qué sentir, pero no cómo actuar frente a la adversidad. Los padres deben ser capaces de guiar con empatía, pero también con firmeza, porque la vida real no siempre permitirá tiempo para largas explicaciones o negociaciones. Y ahí es donde los niños necesitarán algo más que comprensión: necesitarán fortaleza. 

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Guest
hace 6 horas
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Que interesante!

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