De nuevo.

Y dejé el mundo pasar por delante de mis ojos como si fuera un personaje secundario, un extra. Dejé que el ‘personaje principal’ viviera su vida y yo me quedé en las últimas calles, en el fondo, en las oscuras, en los callejones más estrechos y húmedos, viendo como todo seguía en constante movimiento sin tomar pausa. Vi como mi respiración por más serena o agitada que fuera, no sumaba ni restaba. Vi como mis latidos dejaron de tener importancia. Me volví un personaje secundario, un extra. Y lo hice para poder vivir de nuevo, para poder empezar de cero. Tuve que borrar y eliminar y volverme menos, para que aquellos que siempre me miraban como basura o restos por fin se deshicieran de aquello que llamaban ‘peso muerto’. Me hice menos, me aparte, me alejé, y me volví más. Cerré puertas viejas y abrí nuevas, en vez de izquierda fui derecha, perdoné, mas no olvidé. Viví después de ahogarme en aguas profundas y dejar que mi cuerpo tocara el fondo del océano, para así poder salir a la superficie de nuevo y respirar aire fresco. Fuí primavera después de invierno. Viví todos los sentimientos y los acepté, a la tristeza la abracé y la amé hasta que fuera alegría de nuevo, al odio le dije adiós mas no hasta luego, al miedo lo llevé de la mano e hice con él todas aquellas cosas que nunca me vi capaz de lograr. Me volví más haciéndome menos delante de las personas que siempre me vieron a blanco y negro, cuando yo siempre fui un arcoíris en explosión. Entendí que estuve en el lugar equivocado, con la gente equivocada, en el momento más inoportuno, pero así aprendí a amarme. Al final, esta es la historia de como haciéndome menos me hice más, de como tuve que olvidar y avanzar, de cómo me volví un personaje secundario, un extra en mi propia historia y de cómo a veces aceptar también lleva de la mano olvidar.