La casa en la colina
es azul aguamarina,
cual océano al que mira,
las olas que vigila.
Sus ventanas tienen ojos
y sus paredes oídos,
escuchan los secretos
de aventureros indiscretos.
Sus habitaciones están vacantes,
polvorosas y desoladas,
buscando almas perdidas,
a los viajeros deambulantes.
Así como el océano
que ruge bajo el barranco,
la casa en la colina
ahoga al que la mira.
Los secretos en sus paredes
se guardan bajo llave,
en vida y en muerte,
Pues nunca los escucha nadie.
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